De entrada, deseo destacar que la participación nos ha sorprendido, incluso
sobrepasado. Sinceramente, mi previsión se situaba en torno a las cincuenta
novelas siendo optimista, pero si algo me ha sorprendido aún más ha sido la
calidad de éstas. A menudo, cuando comento con alguien acerca del nivel de
escritura de mis alumnos en la escuela Exit, comento que gente que escriba bien,
incluso muy bien, hay mucha, y que el hecho diferencial reside en la
creatividad en el momento de inventarse una historia y en la capacidad de saber
conducir su trama de inicio a final.
Por ese motivo he ido derivando mi escuela más a un coaching creativo que a
un simple taller literario, de esos que abundan, donde enseñan esas técnicas de
escritura que, de manera instintiva, ya pone en práctica cualquier amante de la
literatura por el simple hecho de ser lector.
Eso mismo he palpado en el certamen, poquísimas han sido las novelas descartadas en la lectura de una primera página y la inmensa mayoría las que ha sido necesario entrar a estudiar y valorar sus tramas. La buena capacidad de expresión por escrito, la elegancia y la cadencia en el uso de las palabras ha sido una constante en las obras presentadas al premio y, como observo en mis alumnos, las historias, las tramas, la originalidad, el ritmo y el estilo aquello que ha marcado la diferencia.
Encaramos pues la recta final con la ilusión y el nerviosismo de conocer al
ganador (imaginamos que los participantes aún más), y con el deseo y el
compromiso de consolidar el certamen y de hacerlo, año tras año, un poquito
mejor.
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