Debo reconocer que este libro me tentó al ver que la autora de El pájaro espino, Colleen McCullough, se atrevía con una continuación de Orgullo y prejuicio, la célebre obra de Jane Austen. La historia intenta esconder una especie de denuncia social a través de la protagonista, Mary Bennet. La pequeña de las hermanas Bennet de Orgullo y prejuicio huye del convencionalismo social, dando la espalda a su noble familia, para emprender una cruzada escribiendo un libro para denunciar el maltrato que reciben los pobres.
La autora no se lo pone fácil y la hace tropezar con la malvad más extrema y las situaciones más retorcidas posibles, tan lejanas a nuestra actualidad que ni interesan demasiado ni nos provocan el más mínimo sentimiento, salvo alguna sonrisa irónica de esas que te entran cuando piensas: “pero qué desustanciado es lo que estoy leyendo”. Y es que con lo primero que me encuentro, ya de entrada, es un estilo carrinclón del siglo pasado, antiguo. Claro, una novela de época es eso, ¿no? Pues no. La ambientación de los escenarios y de los personajes es una cosa, pero el estilo narrativo es algo muy diferente, y el de la McCullough es el del típico escritor de novela rosa de primeros del siglo pasado, con metáforas retorcidas, descripciones exageradamente poéticas y tramas donde los buenos son tan buenos que parecen ángeles y los malos, más que malos, diablos en sí.
La nueva vida de Miss Bennet me resulta una novela sin evolución, antigua, pasada de moda, sin apenas alicientes a los que agarrarse a menos que el lector sea una anciana nostálgica, con más de noventa años a sus espaldas, sin ganas de que corra el tiempo. Una obra que, si no la hubiese escrito Colleen McCullough (autora de éxitos como César o Antonio y Cleopatra, además del ya citado El pájaro espino), probablemente pasaría más desapercibida.
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