Hace unos días publicábamos que
según un estudio de la AELC (asociación de escritores en lengua catalana) más
del 80% de los autores compaginan su actividad con otros empleos para poder
sobrevivir. Yo creo que no se trata de eso, lo que pasa, es que la
mayoría de los autores son vocacionales o oportunistas. Los vocacionales
trabajan en cualquier otra cosa, siendo el gremio principal el del profesorado
y el del periodismo, y el oportunista es aquel que, siendo también vocacional
se aprovecha de su estatus personal para publicar su libro. Tanto los unos como
los otros obran de pleno derecho y legitimidad, (solo faltaría que acotáramos
la producción cultural), pero como que no tienen como objetivo hacerse
profesionales de su arte provocan esta cifra tan elevada de escritores que
compaginan la literatura con otros empleos. De por medio, los que sí que nos
dedicamos de manera exclusiva a escribir y, sobretodo, los que lo hacemos en el
ámbito de la LIJ somos los que realmente estamos sufriendo los efectos de la crisis,
del miedo y de los recortes editoriales, haciendo piruetas para llegar a final
de mes tozudos a mantenernos en un mundo laboral que parece no querer que alguien
pretenda dedicársele de lleno. Y mientras a las editoriales no les falte
materia prima, cosa que tienen garantizada gracias a ese 83%, los nostálgicos
que amamos el romanticismo de vivir del arte seguiremos bailando en la cuerda
floja con un ojo puesto en el horizonte y el otro, de soslayo, sobre el
tenebroso fondo del abismo.
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